La sacarina parece el sustituto ideal al azúcar. La que todo quisqui de a pie toma allá donde vayas. La que te sirven en cafeterías, bares, restaurantes, vida herbalife e incluso (y no me lo voy a callar), centros de salud. Y es que llevamos ya muchas entradas dentro de esta sección de ¿Qué **** le echo al café?, pero no hay mayor exponente de la palabra «sustituto del azúcar», que la condenada sacarina.
Si es que incluso influyó en el nombre de este proyecto «Don Sacarino». Y eso se debe a que cuando me puse a pensar en un buen nombre para la web, era un jodido adicto a esta. Evidentemente estaba cegado por el desconocimiento: por que si eres una persona normal, de las que no leen mucha evidencia o se guían por recomendaciones generales en un campo determinado; las opciones que se te suelen plantear a la hora de quitarte el azúcar son la stevia (que por cierto, te dejo pinchando aquí la entrada que le dedique), y la sacarina. Y teniendo en cuenta que la stevia empieza a gustar cuando educas tu paladar, al final acabas consumiendo sacarina.
Y encima es que aunque no caigas en las redes de la sacarina, tarde o temprano se te acaba metiendo en la boca. Vete tu a pedirle un café con leche y mi querido eritritol a la cafetería de turno…me río yo de la situación. Situación que por otro lado dudo que veamos solucionada en el corto e incluso medio plazo.
Así que nos encontramos ante un problema considerable: la inmensa parte de la población general sustituye el azúcar por la sacarina y me juego mi larga cabellera a que un grupo muy cercano a nosotros, el de los DM2; es educado casi al 100% en base a la misma cantinela. Es más, la probabilidad de que tu la tomes también es alta.
Por todo ello, vamos con una masterclass más que necesaria sobre la puñetera sacarina. ¿Es tan mala como la pintan? ¿Hasta que punto está estudiada?
Canción y al lío.
¿Qué **** es la sacarina?
La sacarina o E-954, tiene el honor de ser el primer edulcorante sintético de la historia descubierto en 1878 por los químicos Constantin Fahlberg e Ira Remsen. Por tanto, hablamos de un edulcorante artificial, acalórico, con un sabor muy de laboratorio (se describe un regusto metálico u amargo), y con una potencia 300 veces superior al azúcar. En temas de cocina, es estable a temperaturas elevadas y soluble en agua. Siempre va acompañada del ciclamato monosódico (ya hablaré más adelante del mismo).
La teoría habla de que una pequeña parte queda a nivel intestinal (alimentando a la microbiota), y la otra parte se absorbe pasando al organismo. Dentro de nosotros, la sacarina no es degradada/sintetizada a ninguna cosa rara y se elimina directamente por la orina en un plazo de 24 a 47 horas.
Su ingesta diaria aceptable según la FDA es de 5 mg/kg peso/día.
La curiosa historia de la sacarina.
Su historia es sencillamente fascinante. En una época donde el monopolio del azúcar era absoluto y no estaba mal visto, se coció una batalla brutal de desprestigios entre unos y otros que duró décadas y décadas. Leyendo mucho sobre el tema, saqué una primera conclusión interesante para la sacarina que se puede extrapolar a cualquier edulcorante de su rango artificial:
Al hablar de un edulcorante completamente artificial y pasado por laboratorio, no podemos decir que sus posibles efectos adversos sean universales: todo va a depender del fabricante y la formula.
La cuestión es que la sacarina cuando se descubrió de inicio suscitó muchos miedos, hasta el punto que de inicio estuvo prohibida en gran parte del mundo. Fue Theodore Roosevelt, presidente de EEUU entre 1901 y 1908 y reconocido diabético; el que abriría el melón y metería la sacarina en su país.
Años después y debido a las hambrunas y la escasez de alimentos asociada a las contiendas de la primera y segunda guerra mundial, la sacarina entraría en Europa para alimentar el dulzor de población y tropas famélicas; viéndose de nuevo censurada en los periodos entre contiendas (concretamente estuvo prohibida en dos grandes periodos: 1908-1914 y 1920-1939) .
Pasada la segunda guerra mundial y todavía envuelta en controversias llegó un competidor: el ciclamato monosódico. Este estuvo aceptado y tranquilo mientras le caían palos a la Sacarina hasta que un estudio estadounidense de 1969 lo tiró totalmente al piso: sus supuestos efectos carcinógenos en ratones hicieron que la prohibición en EEUU corriera como la pólvora en el resto de naciones del primer mundo.
Esta prohibición al final supuso algo bueno para la sacarina: la unión de productores de la sacarina y sobretodo la presión de las asociaciones de diabetes en EEUU (se describen como muy activas y reivindicativas), que se negaban con fuerza a que les quitaran su última alternativa al azúcar; consiguieron que para cuando la FDA volviera a la carga en 1977 con un nuevo estudio para dilapidar a la sacarina, no hubiera manera de tirar al monstruo. Se decidió en los EEUU de esa época que la sacarina seguiría vigente pero en base a moratorias o revisiones periódicas, hasta que en el año 2000; esto último cayó por el peso de los años (dado que los primeros estudios sobre carcinogenicidad se habían quedado obsoletos), dejando a la sacarina libre y feliz.
Por tanto ocurrió algo curioso: la gente de la época convirtió a la sacarina en una reina inamovible.
Te preguntarás el por que de esta clase de historia. La respuesta es sencilla: la sacarina va camino de los 150 años de vida y surgió en una época complicada donde no se contaban con los recursos «pepis» que tenemos hoy en día. Así que a pesar de que desde que surgió se le relacionó con toxicidad y retardo del crecimiento (1901-1920), desordenes pépticos (1921-1965), y efectos carcinógenos (1966-2000), hay que romper diametralmente con el pasado:
Muchas de las historias de la sacarina se fundamentan en estudios muy antiguos y malamente efectuados, en una época de grandes luchas entre lo establecido (azúcar), y lo nuevo y donde no había ni los conocimientos ni los medios que existen a día de hoy. Así que si cuento algo malo hoy, será en base al conocimiento fresco y cercano.
[bctt tweet=»LA FASCINANTE HISTORIA DE LA SACARINA» username=»Don Sacarino»]
Volviendo al presente de la sacarina.
Te voy a ser sincero. Creo que en toda la historia de mi web, nunca se me ha atragantado tanto una entrada. Tanto como para querer mandarla a la mierda cada dos por tres.
Y es que la sacarina es uno de los edulcorantes más estudiados. Uno de los más mencionados. Y también uno de los más habituales a la hora de hacer estudios combinados o batallas vs contra otros edulcorantes (como puede ser el aspartamo). Al final hay tal cacao de estudios y tanta discrepancia, que resulta muy complicado dar una respuesta real y fidedigna.
Lo que si te puedo decir desde un punto de vista totalmente personal, es que cuando algo genera tanto revuelo; cuando hay tantos estudios que dan la voz de alarma aunque después se rebatan o desmientan; la cosa no debe de ser muy buena. Por algún lado me cojeas amiga. Si le sumas que de por si tampoco es que añada nada positivo (ya que ni aporta ayuda en la perdida de peso de las personas), pues mi opinión inicial es evitar al 100% este edulcorante.
Ahora bien, me conoces de sobra como para saber que no me voy a quedar aquí. Pero es importante que nos pongamos en el presente, que nos olvidemos de los estudios de hace «siglos» y pasemos a valorar la evidencia de los últimos años.
Esto es lo más relevante que te puedo contar sobre la sacarina:
Embarazo y sacarina.
La sacarina es un edulcorante que atraviesa la barrera fetoplacentaria y se elimina de forma más lenta en el feto. Y aunque los estudios que hablen de cosas malas sean escasos (se ha visto que en animales puede aparecer mayor riesgo de cáncer de vejiga ante dosis elevadísimas), yo personalmente no recomendaría el uso de sacarina en el embarazo. Piensa que algo totalmente químico está pasando directamente a ese baby vulnerable en pleno proceso de desarrollo. ¿Lo tomarías habiendo alternativas?
Lactancia y sacarina.
Aunque es cierto que las cantidades que pasan a la leche materna son bajas (estudios han hipotetizado que sobre 0,3 mg/kg/día), no se conoce a día de hoy si podría o no podría haber algún tipo de efecto perjudicial para los lactantes. Así que ante la duda no tomar.
Sacarina y los más peques.
En relación a este punto, he encontrado un artículo fabuloso que resume muy bien el campo en los pequeños de la casa. Si que es cierto que no siempre hablan de la sacarina (se trata de un artículo de revisión de edulcorantes en general), pero te voy a hacer un resumen de los puntos donde sale mencionada la amiga:
Verás que hablo de calidad A y B. En relación a evidencias científicas y fiabilidades, considera a la A como el top (evidencia alta), a la B como a la competencia cercana (evidencia moderada), y a la C y D como morralla (evidencia baja o muy baja).
- La sacarina no tiene poder por si solo para favorecer la perdida de peso en peques (CALIDAD A). Solo se ha mostrado eficaz cuando se acompaña de un programa de educación adecuado. Vamos, que lo de decir que por no tomar azúcar vas a perder peso…tururú.
- No se ha encontrado asociación de la sacarina con temas como: alteraciones conductuales y/o cognitivas (CALIDAD B), ni epilepsia (CALIDAD A), o neoplasias (CALIDAD B).
Sacarina y pesos corporales.
Este punto de los edulcorantes siempre me da una pereza absoluta, ya que hay para leer lo que ni se sabe. A día de hoy (tanto para la sacarina como otros de su condición), no hay evidencia para decir que por si mismos favorezcan una ganancia o perdida de peso. Así que nos quedamos con que ni lo uno ni lo otro.
Como ya comentaba con el tema de los peques, lo realmente importante es el programa de educación que hay detrás. Y lo cierto es que con edulcorantes como la sacarina se evidencia algo con mucho sentido común:
Perfectamente se puede producir una ganancia de peso o IMC. El motivo es el efecto de falsa tranquilidad que genera:
- Me acostumbro demasiado al sabor dulce.
- Aumenta de forma progresiva mi deseo de dulce (y su umbral), con un mayor consumo del mismo. Si tengo que acabar recurriendo al azúcar recurro.
- Compenso las calorías «ahorradas» con caprichos que se van a la lorza.
Sacarina, microbiota y glucemias.
En 2014, una publicación encabezada por Suez (y que te dejo pinchando aquí); reveló que el consumo de sacarina en ratones y humanos generaba alteraciones en la microbiota y una posible intolerancia a la glucosa.
Este campo siempre ha sido complicado, ya que es difícil llegar a un ensayo clínico aleatorizado para humanos y por tanto son escasos. También hay que tener en cuenta que la microbiota es tan personal y depende de tantos factores relacionados con la dieta; que es difícil saber si «x» efecto está 100% asociado al consumo o no de sacarina.
Los pocos estudios que se pueden rescatar asociados a animales y humanos, muestran claramente que hay un cambio en esa microbiota asociada a la sacarina. Es algo que en su día también hablé con respecto a la sucralosa. Y esos cambios parece que se asocian con ciertos aumentos en las concentraciones de glucosa y por ende en las de insulina. Faltarían mil y un estudios más, pero si comparamos a la sacarina la mencionada sucralosa; sin duda la sacarina sale más mal parada en este punto.
Por ultimo, hay que tener en cuenta como se comenta en esta publicación de Nature; que tenemos que no podemos olvidarnos que unas personas tendrán una microbiota más vulnerable a cambios que otras.
[bctt tweet=»LA SACARINA Y LA ASOCIACIÓN CON LA MICROBIOTA» username=»Don Sacarino»]
Sacarina y cancer.
Que decir de este punto que no se haya dicho ya. Ha sido un tema tan estudiado, criticado y lanzado del cielo al infierno según intereses que no se ni que coño contarte a día de hoy.
En su día se objetivó ese famoso cáncer de vejiga en roedores a raíz de consumos elevados de la misma. De eso han pasado como 50 años (casi nada). La realidad es que a día de hoy, no hay estudio en humanos que pueda asociar el cáncer al consumo de sacarina.
Obviamente faltan muchos estudios e interés por hacer las cosas como hay que hacerlas. Así que lo único que te puedo decir es que al final y a la postre es un químico, algo absolutamente artificial y de laboratorio lo que te puedes estar metiendo al body; así que valoralo bajo tu criterio y lupa. Si quieres documentarte más a fondo, pincha aquí.
[bctt tweet=»A DÍA DE HOY NO SE PUEDE RELACIONAR EL CÁNCER A LA SACARINA» username=»»]
Ciclamato: ¿un problema camuflado?
Siempre se nos olvida que nuestra sacarina sustituta casi siempre va acompañada de un amigo: el ciclamato monosódico. Descubierto en 1937, y asociado para mejorar las condiciones organolépticas de la sacarina; el problema es que si se ha evidenciado que en animales el ciclamato produce efectos carcinógenos.
A diferencia de la sacarina (que ya hemos visto que se elimina intacta), el ciclamato se absorbe en torno a un 40% a nivel intestinal y del 60% restante, un 20% se metaboliza a un compuesto llamado ciclohexilamida. Y aunque al igual que con la sacarina, a día de hoy no haya evidencia de asociación con el cáncer; ¿tu te meterías para el body el ciclamato si te dijera que esa ciclohexilamida forma parte de disolventes, productos de limpieza o pinturas?
Llegados a este punto me encuentro en una tesitura importante. Y es que parece que he contado muy poco malo de la sacarina cuando a mi parecer huele mal a la legua. Cuando los astros no se alinean, los estudios no consiguen llegar a una conclusión clara y la ciencia no termina de posicionarse; lo que tenemos que buscar es el punto medio. Ser nosotros la propia crítica. Intentar mirar, intuir e ir más allá.
Estás son las conclusiones que saco sobre este tema:
- La sacarina va combinada siempre con su hermano el ciclamato, esto hace que sea un 2×1. Si hay algo malo, hay el doble de papeletas de que se cumpla.
- Ambos son edulcorantes artificiales, de laboratorio. Ten en cuenta que la sucralosa por ejemplo, aunque tiene un proceso de formación totalmente químico; parte de una base y sustento natural. En el caso de la sacarina, hasta la base es laboratorio puro y duro.
- Es un edulcorante criticado y sumido en un mar de incertidumbre. Solo hay que coger y compararlo con otros como la Stevia, el xilitol, el maltitol o la tagatosa. De estos las cosas están muy claras: sabemos los puntos a favor y los puntos en contra. Esto nos permite tomar una decisión frente a ellos. En el caso de la stevia nos convence, en el caso del maltitol no tanto.
Sin embargo, de la sacarina es muy complicado llegar a un punto en común. Salvo aspectos muy contados, el resto se mueve en un mar de incertidumbre. Incertidumbre que va camino de 150 años sin resolverse. Esto te tiene que hacer pensar seriamente en si merece la pena consumirla.
- Seamos sinceros, la sacarina endulza pero no tiene un sabor del todo agradable: es un sabor «metálico» muy artificial. Es la opción más sencilla, pero el día que pruebes cosas como el eritritol o la tagatosa; te preguntarás por que coño has estado tanto tiempo consumiéndola.
- La puñetera sacarina está universalizada. Si quieres ir a tomar algo a una cafetería y no quieres tomar azúcar, no hay más huevos que pedirla. Al ingresar en un hospital, va a ser lo único que tendrás a mano. Si vas a casa de amigos y no están muy puestos en temas de nutrición (y ya no te digo si no tienen diabetes), seguramente te ofrezcan sacarina de un bote que lleva sin tocarse dos meses.
A donde quiero llegar es que de base ya es complicado no consumirla en tu día a día. Y si, evidentemente puedes no echar nada pero sabes que mis entradas sobre edulcorantes no buscan decir que no absoluto a algo sino que tengas todos los datos necesarios como para poder formarte tu propia opinión y decidir en consonancia.
Por tanto, si ya tienes algo que de vez en cuando ya vas a tener que meter al body; ¿hace falta seguir metiéndolo en casa? Al final es un poco pensar en que punto se puede romper la balanza del famoso dicho de Paracelso: no hay venenos sino dosis.
- Tenemos mil opciones mejores: eritritol, stevia, tagatosa, xilitol, la fruta del monje (incluso otros criticados por mi como el maltitol o la sucralosa), le dan mil vueltas.
[bctt tweet=»SE TERMINA ESTE 5° CAPÍTULO DE SUSTITUTOS DEL AZÚCAR» username=»Don Sacarino»]
Y gracias a los dioses, por fin me puedo despedir de la puñetera sacarina. Ahora es tu turno para comentarme: ¿consumes sacarina a diario? ¿te has planteado dejarla? ¿sabes las alternativas saludables que existen?
Yo me despido hasta la próxima. Se acabó el verano y con ello volvemos a las dos publicaciones mensuales (así que nos volveremos a ver el jueves 17).
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Hola Adrián! Como siempre, un artículo súper interesante…
Yo dejé de consumir sacarina cuando me quedé embarazada ya que leí que no era recomendable y, una vez leído tu artículo, no me arrepiento…Ahora uso stevia o eritritol 👌
Gracias por leerme Alejandra!! Gran cambio a mejor el que hiciste 😀
Podrías hacer un artículo del aporte de HC en el deporte y cómo ajustar la bomba en ejercicio
Qué articulo tan bien explicado. Felicitaciones.
Gracias 😀