Hoy quiero traeros más de cerca mi experiencia con Venezuela.
Quiero hacer una reflexión aquí y ahora. Imagínate que un día te levantas y de la noche a la mañana, te encuentras con que no tienes tiras de glucemia y te queda una caja tirando a escasa de insulina. ¿Desayuno o no desayuno? Te encuentras bien y tu nevera está camino de ser desahuciada, por lo que sales a la calle caminito del centro de salud.
De repente te encuentras una cola de esas de concierto de U2 (me vale también la Ariana Grande). Una locura de adultos, niños y ancianos; gente por lo general muy nerviosa con empujones y saltadas de tensión constantes. Después de una hora de espera, te atiende la enfermera y te espeta: «lo siento, llevamos 2 semanas sin suministros de tiras». Como a mi, seguro que se te caería el mundo encima.
Ahora acudes a la farmacia y más de lo mismo. Una nueva preocupación te aborda: hace días que no cae una caja de insulina en toda el área sanitaria. Por si esto fuera poco, cuando sales te fijas en un cartel; la insulina y las tiras supuestamente agotadas que necesitas para pasar el shock valen tanto como todo lo que te queda para pasar el mes (y estás a día 10).
Pasan los días con poco que comer y menos que esperar. Te lanzas cada mañana en una busca y captura (caridad en mano), de la que vuelves con el tiempo perdido y los bolsillos vacíos. Te quedan 2 bolis de insulina…llevas 4 días sin mirarte la glucemia…
Esto no es ninguna película ni fumada mía. Esto es realidad pura y dura. Realidad que se vive desde hace años en Venezuela (y que solo va in crecendo).
Antes de nada, decirte que esto es a título informativo. No busco concienciar ni generar la lágrima fácil. Esta travesía ha sido complicada y muchos de vosotros habéis puesto vuestro granito de arena. Hoy la cuento entera casi dos años después.
Ojos que no ven, corazón que no siente…
¿Quién puede aplicar hoy este refrán en el mundo del internete? Las redes sociales se han convertido en un espejo donde todo el mundo se fija.
Y en este espejo nos reflejamos todos. Muchas veces me sorprendo a mi mismo ojeando Instagram y diciendo: «mira este cabrón con su MCG Dexcom que bien vive» (con el máximo cariño, no me malinterpretéis). Y lo piensa alguien que tiene los medios y la capacidad de decidir que quiere en cada momento. Tengo insulina, tengo una bomba subvencionada por mi estado, tengo todas las tiras que me hacen falta…en definitiva, tengo mi diabetes bajo control.
Ahora imagínate todas esas personas venezolanas: adultos, madres con hijos DT1, asociaciones de pacientes…imagínate que sentirán los que no tienen nada. Muchos me escriben, muchos comentan fotos e intentan hacer visible la triste situación en la que viven. Una situación que muchos de los que me leéis conocéis, pero ante la que solo se permiten medidas paliativas; y aun paliativas, costosas a nivel de tiempo y economía.
¿Pero qué **** pasa en Venezuela? ¿Por qué ha llegado el país con las mayores reservas petroleras del mundo a ser un país donde unos pocos «viven» y la mayoría malviven?
La realidad de Venezuela y el problema del petroleo.
Venezuela es un país riquísimo en recursos. Ya desde la época de la ocupación española (siglo XVI), Venezuela fue una mina de oro para este país. Pero no solo le sobra este metal: es rico en cacao, azúcar, cuero, tabaco, diamantes, plata, perlas, gas natural…y no nos olvidemos de la locura del petroleo. Esta ocupación desaparece cuando Venezuela se independiza tras la invasión española de Napoleón por medio del famoso Simon Bolivar.
Durante el siglo XIX y principios del XX, Venezuela fue un país de dictaduras. Cuando en 1908 el dictador Juan Vicente Gómez llega al poder, se encuentra con un país de enormes desigualdades y aquejado por la deuda externa. Es en 1910 donde se descubre la verdadera bomba, algo que de aquella valía más que todas las piedras preciosas juntas: el petroleo.
En menos de 10 años, se convirtió en el mayor exportador del mundo. Con ello, su deuda desapareció. Durante muchos años, esta gallina de los huevos del oro que machacó y machacó pasando de otros sectores (por ponerte un ejemplo, la mayor parte de los productos básicos necesarios para el país se importaban del extranjero).
Pasan los años y las dictaduras hasta que en 1958 se derroca al dictador de turno y se comienza a establecer un sistema electoral. Esto permitió al país mejorar enormemente (como en estructuras), aunque la desigualdad seguía siendo grande. Los precios del petroleo siguieron subiendo por las nubes hasta el punto de que en la década de los 70, se nacionalizó en Venezuela la industria del hierro y la del petroleo (¿te suena la PDVSA?).
Obviamente, esta tendencia no se podía mantener; y al bajar el precio del petroleo a finales de los 70, Venezuela volvió a endeudarse y a pasarlo mal.
Tras años y años de conflictos, protestas y pobreza que recayó sobre las clases más bajas (como veis en la foto, la cosa no era tan diferente a lo que se nos pinta a día de hoy); en 1992 entra en escena Hugo Chávez. Realiza un golpe de estado fallido que lo lleva a la cárcel.
En 1998, Hugo Chavez vuelve a la carga. Se presenta a las elecciones con un programa socialista que convence y lo hace vencedor. Aquí comienza la gran división que surge hoy entre Chavistas y opositores. Con la llegada del nuevo siglo y de la subida del petroleo, el gobierno ganó en poder (haceros una idea, la empresa industrial más potente de toda latinoamerica era venezolana y evidentemente, estaba relacionada con el petroleo). Esto permitió que Chávez (reelegido presidente en 2002 y 2007), siguiera con su famosa política de ayuda social dando lugar a mucho más empleo y gasto publico. Además de esto, le dio una enorme importancia a la expropiación (vamos, que muy pocas empresas privadas pisaban Venezuela).
En 2007, se suma otro problema en la ecuación. Hugo Chávez establece un bloque anti EEUU con países como Bolivia o Cuba. Os podéis imaginar lo que hicieron los amigos yanquis: procurar que se hundieran en la mayor mierda mediante un bloqueo económico que se ha ido agravando con los años.
En 2012, Chávez (enfermo ya de cáncer); gana sus cuartas elecciones. Tras la muerte de este en 2013, su sucesor (Nicolás Maduro), ganó las elecciones en unas ajustadísimas elecciones. Esto termina de petar la división y el odio de la parte opositora hacia el gobierno.
Maduro no es un tipo popular y ha protagonizado episodios que no se si calificarlos de comedia trágica (acordaros del día que habló con las vacas). Así que nos encontramos ante un tipo que se tiene que volver a enfrentar a una caída del petroleo sin saber muy bien que hacer.
De nuevo, las malas decisiones (una de las peores de Maduro fue la de seguir imprimiendo billete a lo loco), la corrupción, la desigualdad, el apostar por la gallina de los huevos del oro…todo lleva a la situación actual.
Un desabastecimiento brutal, un aumento de la inflacción (la más alta del mundo a día de hoy), del desempleo, del crimen y del mercado negro; una deuda que no hace más que crecer…
Haceros una idea de como está la cosa hoy. Los venezolanos cuentan con una cartilla social para productos escasos y contados. Fuera de esto, aquel que no maneje dólares; básicamente se puede limpiar el culo con las sucesivas subidas del salario (comprar un simple paquete de sal ya les vale la mitad del cash del que disponen para un mes).
A esto súmale el enorme desabastecimiento ya que las importaciones requieren de dolares: al ser el estado el que controla su compra, la gente que quiere importar suda la tinta china durante meses ya que no se lo ponen nada fácil. Además, Maduro consiguió en su época la aprobación de la Ley de Habilitante: esta le permite legislar de la manera que a el le venga en gana y sin control.
Aquí la cosa no es que falte insulina, es que falta esta y AINES, antibióticos, quimioterápicos y un largo e interminable etc.
Hubo un episodio que me dolió bastante, uno de tantísimos que se producen semanalmente. No quiero ir de macabro en esta entrada por que no procede…todos sabemos la sensación que da una hiperglucemia gansa. Todos hemos vivido en nuestras carnes lo que es ir al baño cada 30 minutos, adelgazar 10 kilos…por suerte solo lo vivimos en el debut.
Esta chica me marcó. Murió no hace mucho en un estado de desnutrición lamentable. Una de tantos casos de gente que literalmente se licua por dentro ya que no es capaz de encontrar insulina. Otras tantas se mueren de hipoglucemias al no contar con tiras de medición de glucemia.
Por último, te dejo un vídeo muy actual para que te ilustres en otro formato.
¿ Por qué ayudo a Venezuela?
No soy ninguna hermanita de la caridad. Tampoco soy un sensiblón, es más; me considero una persona bastante fría ante el dolor ajeno (y creo que mi profesión ha favorecido esto). Sin embargo, tengo algo heredado de mi madre: la empatía. Soy una persona muy empática y ética. Considero que si tengo la posibilidad, si tengo la oportunidad de ayudar para hacer de este mundo algo más humano, lo hago. Y no me importa gastar mi tiempo y mi dinero en ello. Soy de los que creen que la gente que tiene una vida feliz y plena debe de tener la obligación moral de ponérsela mas fácil a los demás.
https://www.instagram.com/p/BkDqYzLBLje/?taken-by=donsacarino
Cuando empecé, recuerdo que le pedí ayuda a JediAzucarado para que me hiciera un poco de difusión. En el hilo de Facebook que hizo, apareció el tontín de turno diciendo lo siguiente:
«En África también se mueren por falta de insulina y no veo a nadie mover un dedo. Esto es un clickbait como un castillo de grande»
Al margen de que este tipo debe de tener un huevo de avestruz alojado en lo que debería ser la sesera, ni tan mal me viene su tontería para introducir este punto. Es evidente que en el mundo hay millones y millones de personas que carecen de recursos y por índole de insulina. Sin embargo, yo no soy un Superman (como dice el Busta ese de los abdominales y el divorcio traumático), ni tengo el dinero o el poder para influir en diferentes zonas a la vez.
Dicho esto (cosa evidente donde las haya), estos son los motivos que ayudaron y propiciaron que ayude en Venezuela desde hace casi 2 años:
- Contactos. Un punto clave. La doctora con la que comencé esta aventura es de confianza y gran parte del éxito se debe a ella. Ella es la encargada de recibir y distribuir en Caracas lo que yo le envío. A día de hoy colaboramos con asociaciones como: Fundación Dulce Esperanza, Fundación Colibrí, o Maniapure. También distribuye dentro de su cartera de pacientes y por hospitales de la zona.
- Idioma. Está claro que sin un idioma compartido, esto hubiera sido infinitamente más difícil.
- Un sistema de envío apto y seguro. En mi caso, envío con una empresa llamada Libertyexpress (tiene varias sedes dentro de España). Los envíos son caros (no os voy a engañar), pero nunca he tenido un problema con ellos. Además, me hacen un envío especial refrigerado cuando toca enviar insulina.
- La ley del todo vale. Con esto quiero decir que a día de hoy, Venezuela es un país casi libre de controles a la hora de recibir ayuda de otras zonas del mundo. Generalmente, los países tienen unos sistemas más estrictos a la hora de enviar medicamentos y material médico (mismamente su vecina Colombia). Sin embargo, dada la precaria situación que vive Venezuela; digamos que levantan más la mano a la hora de recibir de fuera.
- Tengo una relación indirecta bastante intensa con latinoamérica. Estos son algunos ejemplos:
- Son gente muy aplicada en el campo de la salud. Esto quiere decir que nos dan mil vueltas en el ámbito de la investigación y los estudios. Por tanto, muchas de las bases que consulto en mi día a día tienen esta procedencia.
- Un montón de Youtubers que me entretienen en mis sesiones nocturnas son latinoamericanos.
- Gente latina es la que se encarga (de forma desinteresada), de traducir semana a semana los animes que veo. Si fuera por los de aquí, me iba a comer los mocos bien a gusto.
- Tengo muchas amistades de estos lares.
- Mi situación me lo permite. Es evidente que no todo el mundo podría meterse en este berenjenal. Para que os hagáis una idea: cada envío de insulina me cuesta 50 euros y cada envío de material los 10 euros el kilo aproximadamente. Me habré gastado tranquilamente unos 600-700 euros desde que empecé. A esto súmale el tiempo que lleva coordinar todo, enviar, responder a la ayuda de la gente, distribuir…
Pero todo merece la pena.
Y mucho. El material y la insulina llega y conseguimos entre todos paliar de alguna manera esta situación (al menos en la zona donde está la doctora y las asociaciones). Esta entrada va especialmente dedicada a todas las personas que han aportado su granito de arena en forma de insulina, tiras, agujas, medidores…sin vosotros esto no seria posible.
Por ello y antes de terminar, me gustaría compartir con vosotros todas las muestras de cariño que han estado llegando en todos estos meses.
Por si no lo sabíais, en buena parte de esta aventura he contado con la ayuda de Kathryn. Esta chica Venezolana y residente en Gijón me ayudó mucho al principio cuando andaba más perdido y colaboró en algún envío. Además hizo su propia campaña de envío de insulina. Os dejo su blog por aquí.
https://www.instagram.com/p/BnuAfycnieh/?taken-by=fundaciondulceesperanza
A Fundación Dulce Esperanza le tengo mucho cariño. He de decir que las fundaciones en Venezuela están haciendo lo que nadie hace. Sin duda se deben todos mis elogios. Además, tuvieron el detalle de traerme esta taza tan chula.
Y con esto pongo punto y final a esta entrada. Se merecían ya su sitio en mi web.
Y lo digo con todo el corazón: ojalá pudiera hacer más. De momento aquí voy a seguir, enviando todos los meses un granito de esperanza desde España.
Te recuerdo como de costumbre, que te puedes suscribir a mi newsletter totalmente gratis y con un bello regalo. Te lo dejo por aquí.
Y para acabar, hoy no me voy a despedir con mi celebre frase sino con algo muy venezolano:
A LA ORDEN.
Adri qué gran labor, es precioso y duro a la vez y qué alegría poder contribuir de la forma en la que lo haces. Siéntete muy orgulloso porque es para estarlo ❤️
Mil gracias por esas palabras Patri 😀
Hola. Soy Charlotte, mama de Oswaldo un dulce de 4 años. Hemos recibido parte de tu ayuda y estamos muy agradecidos. La labor que haces es muy grande y el que nos tomes en cuenta es genial. Pasamos mucho trabajo por aquí pero gracias a personas como tu podemos seguir luchando por esos controles perfectos. Tienes un corazón de oro. Te queremos!!!
Un abrazo gigantesco para ti y tu peque Oswaldo. Mucha fuerza, no estáis solos!!!
Tengo tantas emociones encontradas al leer y seguirte desde hace mucho tiempo cuando recién empezaba mis practicas hospitalarias, he crecido y madurado muy cerca de la diabetes (créeme fue mi pan de cada día durante casi 9 años) por ello soy quien soy ahora (Enfermera por vocación) y por eso me causa tanta nostalgia y alegría ver que personas como tu tan ajenas a la situación de mi país, se meten tanto en este tema de ayudar y dar un pequeño aporte que para muchos en el área de la salud nos encantaría contar con esos recursos para no tener que llegar a los servicios y decir: ( hoy no se atenderá por falta de insumos, regrese en el transcurso de la semana) Que gran corazón y que ética de trabajo tan clara has de practicar.. Me hubiese gustado tanto leerle esta conmovedora historia de vida y ayuda humanitaria a mi abuelo el fue diabetico y por ayudarlo a el hoy por hoy soy Enfermera de la república lastimosamente el no logro verme realizar mi sueño por completo pero me acompaño en mis primeros años de estudiante y fue mi paciente preferido.. Gracias por tus palabras para mi hermoso país Venezuela… Te cuido con el cazaron <3 Yurianny Sposito Enfermera de 22 años actualmente suplente en el Hospital Gervacio Vera Custidio Upata, Estado Bolivar
Esta vez te has superado, de verdad excelente texto!!!
Felicidades