La adaptabilidad es la prima hermana de la diabetes. Cuanto más pequeño más fácil el camino. A la larga los atrasados son los vencedores.
Me considero una persona cambiante. Aprendiz de errores. Creyente de lo que veo.
Mi evolución ha sido como la de tantos otros, progresiva precisión, prueba y error, experimentación conmigo mismo.
Antes me lo creía todo. Con la misma precisión con la que lo desechaba y olvidaba.
No soy el mismo que empezó. Ahora se demasiado, quizás demasiada teórica a causa de mi profesión.
Ahora se lo fuertes que somos, ya de diminutos somos seres capaces de combatir organismos microscópicos, patógenos que se cepillarían a un adulto veterano, al león anciano de la manada. Crecemos a pasos agigantados, y cada vez aprendemos a agarrarnos con más fuerza a lo que nos asusta, lo que nos apetece, lo que necesitamos.
Desde que somos así de pequeños, pesando la mitad de un cartón de leche; hasta llegar a nuestro momento actual. Somos puro aprendizaje. Lo veo en mi actual lugar de trabajo, la UCINEO; un lugar fascinante donde el primer aprendizaje es el chupeteo; la única salida de esa fría sala donde convivo e intento cuidarlos dentro de mis posibilidades. Somos puro aprendizaje.
La diabetes es la patología mas pedante y exquisita jamas creada. Me recuerda a una pareja celosa; no sabes por donde te va a salir, y cuando no pensabas que te volvería a sorprender…pum, tu cara de plato te delata.
Yo debuté cumpliendo los 16 años en el hospital. Mi madre lloraba y yo le pedía que callara porque no me enteraba de lo que me contaba la enfermera. Creo que me podría considerar un caso curioso…fui yo el que asumió el propio funcionamiento de la enfermedad desde el principio.
Pero no lo negaré, fue una mala época. Malditos hábitos adquiridos a lo largo de años. Olvidarme de lo que más me gusta. Lidiar con palabrerías, alcohol, relaciones basadas en la imitación, presión de grupo, falsa independencia.
Evidentemente, si consideramos a la diabetes como una cuenta atrás y al cuerpo como una maquinaria perfectamente engrasada que poco a poco, muy poco a poco se va desgastando; yo debería de agradecer partir con ventaja.
Pero me hubiera gustado evitar ese aprendizaje obligado. Que mi único recuerdo fueran los kilos y kilos de fruta, legumbres y verdura que me hubiera metido durante años. Mis padres hubieran aprendido bien la enfermedad, sin líos transversos donde lo bueno parece lo malo y lo malo lo mejor. Hubieran sido «expertos» como yo.
La adaptabilidad es la prima hermana de la diabetes. Cuanto más pequeño más fácil se vuelve el camino, y creo que a la larga los atrasados son los vencedores. Por eso podemos explicar porque la diabetes tipo 2 es tan puñetera a los 50 años, porque mucha gente mayor no le da la importancia suficiente, y porque a nuestro abuelito recién diagnosticado podemos llegarle a decir que no merece la pena entrar a fondo, ha llegado demasiado tarde.
Sin duda, hubiera preferido una diabetes de pequeñito.
Adaptabilidad. Siempre adaptándonos. Siempre aprendiendo.
A por esos controles perfectos.